La soledad del hombre no es más que su miedo a la vida.

Llueve…sale a observar el día igual, ve salir el vapor de su boca, allí en medio del frio y la garua medita por un largo rato, se da cuenta que últimamente la soledad le sienta bien y yo aprovecho para espiarla un poco más.

Las gotas caen como susurros detrás de la enamorada del muro, el jardín silencioso deja caer la tarde con sus hojas húmedas, este invierno ciertas veces parece más oscuro de lo habitual y el cielo encapotado no parece dar tregua a lo que resta del día.

Enciende la estufa, se prepara un café, abrigada en su sofá favorito toma una manta y se presta a leer toda la tarde. Declarada amante del terror en casi todas sus formas, hace unos meses que está sumergida en el oscuro mundo de Stephen Edwin King.

Y es que en este nuevo mundo Bella es una rareza que gusta de leer, escribir, perderse en el silencio de su hogar, estar sola en su universo. Ahora puede disfrutarlo, de pequeña solían retarla por antipática, antisocial, etc. Conocer gente no se le da muy bien, tampoco le preocupa.

Con los años ha aprendido a aceptarse tal cual es, toda su vida ha sido un constante razonar intentando encontrarle la lógica a todo… y el amor....El amor llego de golpe una tarde de otoño y se quedó para siempre. Tuvo suerte.  

Alguna vez alguien le dijo que en esta vida solo se enamoraría dos veces, años atrás y en momentos diferente de su existencia, otras dos extraños le mencionaron que su amor es también su karma, ella aún está intentado comprender como.

Naturalmente necesita sus espacio para ser ella misma en su máxima expresión y es que en esencia Bella es un ser pensante, a veces oscuro, pero sobre todo solitario.

Titulo: cita de Eugene O’Neill.